1. ALGUNAS NOTAS SOBRE LA LICANTROPÍA:
La primera fue “El bosque del lobo”, rodada en 1971 por Pedro Olea, y la última entrega cinematográfica ha sido “Romasanta”, de la productora Filmax y con guión de Alfredo Conde, quien a su vez ha realizado un documental titulado “Romasanta. Memoria incierta de un hombre-lobo” (2004).Este documental, que no hemos podido ver en el momento de escribir este trabajo, reconstruye el caso histórico.Intervienen entre otros, el psiquiatra ourensano Santiago Lamas (autor del ensayo “Galicia borrosa”, 2004, Ediciós do Castro)) o el antropólogo Manuel Mandianes (que ha escrito obras como “Loureses. Antropoloxía dunha parroquia rural galega”(Editorial Galaxia)). También ha atraído a intelectuales y escritores gallegos como Otros fueron Vicente MARTÍNEZ-RISCO (1929), patriarca de la llamada “Generación Nós”, o Celso Emilio FERREIRO (1974), poeta autor de poemas como el conocido “Longa Noite de Pedra”. Ya en los últimos años, disponemos de los acercamientos rigurosos del historiador Xulio PRADA (1990) o del periodista José DOMÍNGUEZ GONZÁLEZ (1991, 2004). Ha sido también abordado desde la psiquiatría y la medicina española por diferentes autores. El primero de ellos fue el psiquiatra Pedro J. Téllez Carrasco quien en mayo de 1959 imparte en la Biblioteca Municipal de Allariz la conferencia “Estudio psiquiátrico de “El hombre lobo””. El médico coruñés Eduardo Pérez Hervada (1973) le dedica muchas líneas y algún capítulo en su libro titulado “El hombre-lobo”. En su “Historia de la locura en España”, Enrique González Duro (1995), dedica unos párrafos al caso, pero la fuente principal que cita es el artículo de Celso Emilio Ferreiro en “Tribuna medica”. Un acercamiento más extenso fue el que realizaron María Jesús García Álvarez e Irene Esperón, en las “Jornadas de Historia de la Psiquiatría” desarrolladas en el Hospital Psiquiátrico Rebullón (Vigo) en noviembre de 1996, coordinadas por el psiquiatra Tiburcio Angosto Saura, y cuyas actas no fueron publicadas. Manuel Blanco Romasanta, nace en 1810 en Rigueiro - Santa Eulalia de -Esgos (Ourense), a unos veinte kilómetros de la capital de la provincia. Se dedicaba a la venta ambulante entre Galicia y Portugal, además de ser un gran conocedor de los bosques de la región y ayudar a los viajeros a atravesar las montañas desde Galicia a León, Asturias y Cantabria. Sus dos primeras víctimas, madre de 47 años e hija de 17, fallecerían en el año 1846. Ambas se disponían a abandonar su pueblo natal (Rebordechao, en las faldas de la sierra de San Mamed) hacia Santander, en dónde esperaban encontrar un empleo y mejores condiciones de vida, lejos del duro trabajo en el campo. Son asesinadas en la sierras ourensanas (casi todos los crímenes fueron cometidos en el macizo central ourensano, fundamentalmente en la sierra de San Mamed) por el buhonero. Acto seguido, convence a más mujeres que sigan el mismo camino que las dos "afortunadas" y que emigren a Cantabria, en dónde el nivel de vida es muy próspero y que los más adinerados buscan jóvenes para tenerlas en sus casas como sirvientas. Así, otras vecinas se harían acompañar del guía en sus viajes, en busca de una buena colocación. Los siguientes serían una señora de 34 años y su hijo... Como los años pasaban y los familiares no volvían a recibir noticias, aparte de lo que Romasanta contaba, empezaron a correr rumores por todo el pueblo de que los viajeros habían sido asesinados. Comenzaron las habladurías populares pasando a ser designado como el “hombre del unto” o “sacamantecas”, que mataba a sus víctimas para extraerles el sebo que luego vendía en Portugal ( Oates (1990: 332-334) aporta numerosos testimonios aportados en las causas criminales del siglo XVI estudiadas en su trabajo en donde se hace referencia a ungüentos embrujados fabricados con la grasa de los niños. En algunos casos se detuvo y procesó a campesinos de la zona del Franco-Condado por sospecha de posesión de estos bálsamos mágicos que se creía tenían poderes diabólicos y estaban relacionados con los casos de hombres lobo). Las sospechas resultarían fundadas cuando uno de los vecinos aseguró haber visto siempre a Romasanta viajando sólo, sin rastro alguno de las mujeres. Pasando de ser sospechoso de nueve crímenes a convertirse en acusado, éste se ausenta de la zona antes de que lo consigan detener. Abandona Galicia para irse a trabajar en la siega en tierras castellanas a donde anualmente acudían numerosas cuadrillas de gallegos atravesando la zona de As Portillas en la ruta desde Ourense. Recala en Nombela- Toledo, en dónde estaría trabajando como segador hasta que es reconocido por varios vecinos de la zona de Laza y Verín (Ourense) que estaban en las cuadrillas de segadores de la zona. Es denunciado en julio de 1852. Al poco tiempo, el alcalde de esa localidad dicta un acto de detención en el que se le acusa de los nueve crímenes, además de múltiples robos en las casas de la víctimas para vender luego los objetos en los distintos mercados del lugar. Un mes más tarde es conducido a la prisión de Allariz, en dónde confiesa con una estremecedora frialdad y con todo lujo de detalles, cómo había asesinado y se había alimentado con la carne de no sólo las de las víctimas que se le inculpaban sino de algunas otras de las que no se tenía conocimiento. Declaró que desde hacía trece años y hasta el día de San Pedro de 1852 en que había dejado de sentir deseos de matar, se había visto poseído por una maldición heredada de algún familiar que le obligó a llevar una vida errante y criminal, cometiendo diferentes asesinatos y alimentándose de la carne de sus víctimas. "Por culpa de una maldición de uno de mis parientes, tal vez mis padres, me convertía en lobo, desnudándome primero y revolcándome después por el suelo hasta tomar dicha forma... pero la maldición terminará el día de San Pedro, cuando se hayan cumplido trece años desde mi primera metamorfosis..." El juez de Allariz ordena a los médicos de la villa realizar un reconocimiento al procesado, a fin de determinar su estado mental. Varios facultativos de la villa de Allariz (el médico José Lorenzo Suárez, los licenciados Demetrio Aldemira, Vicente María Feijoo Montenegro y Manuel María Cid, y los cirujanos Manuel Bouzas y Manuel González) reconocen “física y filosóficamente a Manuel Blanco” en octubre de 1852 por orden del juez de Allariz, emitiendo un informe del cual darán cuenta al tribunal en diciembre de 1852.
Como resaltan autores como Prada, Domínguez o Ferreiro, fue un informe contundente que se extralimitaba en su imparcialidad y que debió influir poderosamente en el resultado del juicio. Tal y como destaca Ferreiro (1974), el informe de estos médicos “supuestamente frenólogos” más que un dictamen psiquiátrico era una acusación escrita en un galimatías pseudocientífico, y de hecho constituyó el argumento más contundente de la sentencia de muerte a que fue condenado un año más tarde. El abogado Rúa Figueroa en la Audiencia de A Coruña, señalaría meses más tarde de la emisión del informe (Tomado de Domínguez &Blanco(1990: 122-123)).que :
“No basta, no, presentar doctrinas, aducir máximas, establecer hechos dudosos, proponer datos inciertos para llegar a reputar al reconocido, un monstruo de maldad. Ni los facultativos estaban llamados a eso, se han salido de sus atribuciones y han invadido el sagrado recinto de la justicia: ciegos en su opinión se ofuscaron y el Juzgado de Allariz, más ciego y más ofuscado que ellos, les permitió usurpar las funciones del ministerio fiscal, pero con saña, con ira, con reprensible furor”(Rúa Figueroa, 1853)
El juicio contra el Hombre-Lobo dura aproximadamente un año, tras el cual, el 6 de abril de 1853 se emite una sentencia de muerte por el juez de Allariz, que lo condena a garrote vil y a una indemnización de 1000 reales por cada víctima, todo ello pese a que no se hallaron los cuerpos de algunas víctimas, y otras se supo que habían sido asesinadas por lobos auténticos.
Un hipnólogo francés (Mr. Philips) que había seguido el caso del Hombre-Lobo a través de noticias publicadas en la prensa, envía en julio de 1853 una carta al ministro de Gracia y Justicia afirmando que Romasanta era un afectado de una monomanía conocida como licantropía, y que debido a un desorden de las funciones de su cerebro no era responsable de sus actos. Afirmaba este hipnólogo que a través de la hipnosis él mismo había tratado esa enfermedad con alguno de sus pacientes, por lo que pide que no se ejecute la sentencia y que se le permita estudiar el caso. Acompañaba su misiva un atestado dado por varios vecinos de Argel acerca de los experimentos de Philips, así como dos recortes de un periódico argelino (el diario Akhbar (El artículo de Akhbar del 26 de Junio de 1853 ignoramos qué noticia contenía), donde un artículo titulado “L´Antropophage Gallicien” firmado por un tal Fleury en la edición del 3 de Julio de 1853 se hace profuso eco del caso, y además aporta algunas impresiones de Philips sobre el caso. La fuente que cita Fleury es el diario “El Clamor Público” del 16 de Junio de 1853 , que a su vez hace referencia a un diario de A Coruña al dar la noticia.(El diario madrileño El Clamor Público, que al menos funciona entre 1846-1858, de corte progresista, tenía muchos gallegos en su nómina y elenco de colaboradores. Entre ellos, Antolín Faraldo, Ramón de la Sagra y Ramón Rúa Figueroa (este último suponemos alguna conexión tendría con Manuel Rúa Figueroa, el abogado defensor de Blanco Romasanta)). El caso es que este hipnólogo nunca llegó a viajar a España ni examinó al hombre-lobo. El Fiscal de la Audiencia de A Coruña fue muy crítico con el informe del Dr.Philips rompiendo una lanza por los facultativos alaricanos y poniendo en duda incluso los conocimientos del médico francés sobre la monomanía. Lo cierto es que las apreciaciones del galeno hipnotizador influyeron en el destino final del caso. La propia reina Isabel II, informada por la carta del Dr.Philips al ministro de Justicia, intervino en el caso del hombre-lobo de Allariz, conmutando finalmente la pena de muerte por cadena perpetua mediante una Real Orden del 13 de mayo de 1854. Romasanta fallecería al cabo de pocos meses en la cárcel, aunque tampoco hay constancia documental de ello . Como dice Xulio Prada con mucho acierto, “la justicia desde una óptica racionalista había emitido su veredicto poniendo punto final a su historia , pero la tradición popular siguió designándolo como el “home do unto”, el lobishome de Allariz que devoraba a sus víctimas para establecer un infame comercio con su sebo” (PRADA, 1990:148).
Ninguno de los autores que hasta el momento se han acercado al estudio del caso había profundizado en la identidad de este hipnólogo francés que vino a tener una importancia fundamental en el destino del “lobishome”: todos ellos se refieren a él como Mr.Philips o el Dr.Philips. Tras revisar bibliografía acerca de la historia del hipnotismo (MONIZ, ELLENBERGER, TORTOSA, DIEGUEZ, GARRABÉ...) vemos que la intervención del Dr.Philips en el caso del “lobishome”se produce en un momento de importante transición desde el mesmerismo animal hacia un creciente interés por el hipnotismo que alcanzará su época dorada en torno a 1880. El Dr.Philips era con mucha probabilidad el médico francés Joseph-Pierre Durand de Gros (1826-1900). Según MOREL (1996)(Datos facilitados por Jean Garrabé en octubre 2003), estudia Medicina en Montpellier y participa en la revolución de 1848. Después del golpe de estado de 1851 de Napoleón III, se exila primero en Gran Bretaña durante un tiempo, y luego en Estados Unidos. A su vuelta a suelo francés firmó con el seudónimo de Dr. Phillips. Junto con Azam (estudiado por GARRABÉ, 1996), Brown-Séquard, Demarquay, Girard-Teulon... formó parte del movimiento que propició la incorporación y asimilación del braidismo en Francia (MONIZ, 1960:p118). Todos ellos abrirían y prepararían la época dorada del hipnotismo de los años 80. Algunas de las obras de Durand de Gros fueron (1855) «Electrodynamisme vital, ou les relations physiologiques de l'esprit de la matèrie démosntrées par des experiences entièrement novelles et par l'histoire raisonnée du système nerveux» o (1860) «Cours Théorique et pratique de braidisme, ou hypnotisme nerveux considéré dans ses rapports avec la psychologie, la pathologie, et ses applications à la médecine, à la cirurgie, à la médecine légale et à l'education»). Antes de fallecer participa en el IV Congreso Internacional de Psicología de París en agosto de 1900 con una intervención con su teoría del polipsiquismo. Barrucand en su Historia de de la hipnosis en Francia”, considera que las ideas de Durand de Gros tuvieron influencia en las de Berheim obre la “psicoterapia”(BARRUCAND, 1967) (Referencias facilitadas por Jean Garrabé en octubre y noviembre de 2003).. Otro clásico del tema, Ellenberger, conocido en España por su obra “El descubrimiento del inconsciente”, también destaca la influencia que este modelo de la mente propuesto por Durand de Gros tuvo sobre las nuevas concepciones elaboradas por Freud y Jung en la naciente psiquiatría dinámica. Durand era natural de Aveyron, en donde en 1799 fue encontrado en los bosques de esa localidad francesa, un niño de aproximadamente 12 años de edad, que no hablaba ni respondía a preguntas, ni siquiera parecía responder a ruidos que se producían cerca de él, no llevaba ropa y su cuerpo estaba lleno de cicatrices, tanto su apariencia general como su comportamiento en su conjunto parecían no relacionarse con sus semejantes: fue llamado “Víctor, el Niño Salvaje del Aveyron. Estudiado por el médico Itard quien publicó trabajos sobre el caso en 1807 y dio lugar a una sonada polémica con Pinel. ¿Podría existir alguna relación entre el “Niño salvaje del Aveyron” y el interés de Durand de Gros por el lobishome alaricano? Difícil respuesta.... (GARRABÉ, 2003). Lo apasionante del tema es ver cómo a mediados del XIX, sin internet ni medios de comunicación audiovisuales o de difusión de prensa o literatura científica, las ideas científicas fluyen de un país a otro y de uno a otro continente... y cómo llegan a cambiar el curso de una historia como la que aquí hoy exponemos y de la que aún quedan muchas luces y sombras siglo y medio después de su desenlace final.
La primera mitad del siglo XIX ourensano, sobre todo entre los años 1830-1860, es una época de penurias, hambre y miseria económica. Ourense es una provincia analfabeta, eminentemente rural minifundista, productora de vino, sin apenas industria... que sufre las diferentes plagas (oidium, 1854-7; sequía, 1852; pulgón, 1851; etc.. ) así como, las epidemias (cólera, 1834, 1851, 1854, 1856, 1859; tifus, fiebre pútrido nerviosa, 1839;...) que asolan Galicia en este período. Son numerosos los testimonios que hablan de la habitual falta de higiene y de la ausencia de una política sanitaria en las aldeas, villas y ciudades gallegas: colocación de establos y elaboración del estiércol, situación y condiciones higiénicas de los cementerios, estado de cañerías, conservación de edificios, etc....Todos estos factores expuestos harán que se inicien los fenómenos migratorios hacia las ciudades y a Ultramar que alcanzarán su máximo apogeo unas décadas más tarde. Según refiere Enrique Bande, en el censo de 1860, ejercían a nivel del partido judicial de Ourense un total de 47 médicos y cirujanos, para una población de 53.233 habitantes. 1860 es la fecha a partir de la cual los historiadores como López Taboada consideran que hay censos de una cierta fiabilidad, la provincia de Ourense tenía 369.138 habitantes de hecho. Era una provincia eminentemente rural, que no necesitaba del manicomio como institución... Conviene insistir en que asilo – manicomio - hospital psiquiátrico son instituciones urbanas y en Galicia no se puede hablar (por el número de habitantes) de ciudades hasta prácticamente el siglo XX. De ahí que muchos locos gallegos fueran internados en Valladolid, que era la ciudad más próxima (GARCÍA CANTALAPIEDRA, 1992).. Aunque existieron otros establecimientos con mayor antigüedad, la asistencia hospitalaria general ourensana podemos fecharla con un inicio en torno a 1556, cuando el Obispo Francisco Blanco inicia la fundación del Hospital de San Roque, situado en la Alameda (actual Alameda do Concello). Derribado en 1927, en su lugar se asienta hoy día el edificio de Correos. Tras diversos avatares a raíz de la desamortización, el Hospital acaba trasladándose a la zona del Campo de As Mercedes en 1856 ocupando el edificio que el Obispo Quevedo y Quintano había edificado para Colegio de Niñas Expósitas de las Mercedes. Es éste un momento de enorme interés pues supone el paso del concepto de un Hospital de Caridad- sostenido por la Iglesia o por particulares para ganar el Cielo- a la concepción de un Hospital de Beneficencia-sostenido por las Diputaciones Provinciales-. En los años en que se desarrolla el caso del hombre-lobo de Allariz, no existían médicos o facultativos gallegos que se dedicaran a la psiquiatría. Los únicos que intervienen en el caso son los médicos de la villa de Allariz. Los primeros psiquiatras que podemos considerar como tales aún tardarán en aparecer aún unas décadas en Galicia, por lo menos hasta la apertura del manicomio de Conxo en 1885 y la publicación en ese mismo año del Real Decreto de Internamiento de Dementes (GONZÁLEZ & SIMÓN, 2002). 7. Algunos comentarios y cuestiones finales abiertas:
1. Tal y como señala Livianos-Aldana (2001), aplicar diagnósticos de hoy en día a pacientes de hace un siglo y medio puede ser una falacia categorial. Sin embargo, asumiendo la posibilidad de estar cayendo en esta falacia, los datos biográficos del caso del “hombre-lobo” Manuel Blanco Romasanta así como lo que podemos inferir de los informes de los médicos que lo reconocen en Allariz, no indican que estemos ante un proceso psicótico. El pragmatismo y la obtención de beneficio a cualquier coste, siempre ajeno a su persona, aunque con don de gentes y seducción, orientan hacia un trastorno de personalidad. El recuerdo íntegro y la planificación de los hechos, en principio nos descartaría una epilepsia y el descontrol de impulsos ligados a esta entidad. En esta línea apuntada aquí ya se habían manifestado también otros profesionales gallegos de la psiquiatría y psicología que se acercaron al estudio del caso ya hace unos años (GARCÍA ALVAREZ &ESPERÓN, 1996). 2...Como destaca Mata (2000), el criminólogo Robert K. Ressler, fundador del programa de detección de criminales violentos del FBI, que ha estudiado a los asesinos en serie o serial killers, indica que presentan una patología que él describe de la siguiente manera: son personas sensibles, dominantes, presuntuosas, manipuladoras, superficiales, egocéntricas, mentirosas, con un enorme desprecio por los demás y la ausencia de remordimientos e incompresión para entender los errores que comenten. Por otro lado el psicólogo forense Robert Hare, refuerza el argumento anterior al expresar que aunque no existe unanimidad sobre el concepto de serial killers; se sabe que la psicopatía que produce el asesino en serie nace de predisposiciones biológicas y factores sociales. Hare basándose en la idea de que el diagnóstico debe centrarse en la sintomatología del trastorno, creó una escala (“Psychopathy Checklist de Hare”), la cual es utilizada en todo el mundo, con el fin de establecer un diagnóstico fiable. Básicamente, el psicópata frío (factor 1 de Hare) presentaría las características comportamentales, interpersonales y biológicas compatibles con la agresión depredadora, ofensiva y premeditada. El psicópata impulsivo (factor 2 de Hare) presentaría un tipo de agresión más reactiva y tal vez defensiva, pero sin las características de autocontrol. Sin duda, los asesinos seriales y masivos pertenecerían predominantemente a la primera categoría. Casi todos los asesinatos de este tipo conllevan importantes agresiones sexuales de uno u otro tipo. ¿Estamos ante un asesino en serie, un “serial Killer”...?. Difícil respuesta de nuevo… 3. Parafraseando a Auden, podemos decir “El mito del hombre lobo, que ha perdurado durante tantos siglos, como otras imágenes simbólicas utilizadas para explicar la vida psíquica tiene probablemente bases físicas, históricas y culturales, de las cuales los trastornos neurológicos – psíquicos y los efectos de medicinas y tóxicos sólo representan una pequeña porción”. No hemos explorado ni investigado el proceso judicial en sí, ni las repercusiones sociales en la prensa gallega del momento, dado que es evidente que concurrían circunstancias que de seguro actuaron en el proceso judicial.... Otro nivel de análisis pendiente sería la percepción y lectura que la comunidad hizo de la serie de asesinatos, del mito del “sacamantecas”, del “home do unto”...que pervivió durante décadas en toda la zona de las comarcas ourensanas limítrofes con Portugal. Todas estas cuestiones quedan abiertas, siendo los autores ourensanos Xulio Prada y José Domínguez los que más han abierto los cauces investigadores en estas líneas hasta el momento (PRADA, 1990; DOMÍNGUEZ, 1991, 2004). 4. Debido a lo expuesto, y por lo investigado hasta el momento, salvo la petición de intervención del Dr.Philips (Durand de Gros), no se produjo en el caso la intervención de los psiquiatras como peritos forenses ante el Tribunal de Justicia de Allariz o de A Coruña. Supusieron estos hechos una doble oportunidad fallida. La primera: la posibilidad de que de haber llegado Durand de Gros a España se hubiera producido un salto en la introducción y conocimiento de la hipnosis. Por otro lado, en este caso -en el cual no intervienen peritos expertos (en psiquiatría)- se perdió una oportunidad para iniciar la legitimación y consolidación de la medicina mental/psiquiatría en Galicia. A lo largo de la segunda mitad del siglo XIX en España, tal y como han estudiado autores Como MARTÍNEZ-PÉREZ (1997), HUERTAS (2002) o REY (1982) las causas criminales se convirtieron, en una excelente oportunidad para que los alienistas se postularan, no solo ante los jueces sino ante la opinión pública, como los únicos expertos capaces de decidir si un procesado estaba o no afectado de u trastorno mental, así como para presentar a la nueva “ciencia psiquiátrica” como un elemento indiscutible de progreso (HUERTAS, 2002) . La “ciencia psiquiátrica” y la demanda urbano-burguesa del manicomio (psiquiatría) como elemento de control de conductas desviadas aún no surgirá en la provincia debido a su propia estructura socioeconómica hasta finales del siglo XIX.